Homenaje a John Berger en el Circulo de Bellas Artes. Asistencia nutrida, lleno total en la sala Fernando de Rojas y destacadas figuras del mundo cultural arriba y debajo del estrado, muchas de ellas recién desembarcadas de las vacaciones, pregonando con su presencia que la temporada comenzaba en alto. De la mano de Berger, nada menos, un escritor totémico por su obra y su compromiso militante, por su apuesta por la naturaleza y la ecología, cuarenta años viviendo entre los campesinos de la Alta Saboya; importantes también sus enseñanzas sobre cómo aprender a mirar el arte desde unos documentales para la BBC que marcaron época; artista él mismo, marxista seguidor de Benjamin, tan revolucionario que en los años setenta llegó a donar parte del Booker Prize a los Black Panthers. Con tantos hitos para contar, sorprende lo muy poco que hablaron de ellos la veintena de participantes que se sucedieron sobre el escenario. Unidos todos por la condición de haberle conocido, aunque en lo que se mostraron casi unánimes fue en ignorar su obra.
Quizás dieron por hecho que entre el público todos la conocíamos o a lo peor sus libros no les interesaban. Gente que tanto hubiera podido contarnos, como Juan Cruz, el editor de sus novelas o Pilar Vázquez, su traductora durante décadas, se vieron desplazados por un aluvión de intervenciones centradas en elogiar el poder de su mirada, su sonrisa, su humildad, la intensidad de sus silencios, su conmovedora vida conyugal y familiar y sobre todo la experiencia mística que para cada uno había supuesto, no leerle, sino conocerle en persona. Tanto fue el incienso que en vez de a un homenaje literario parecíamos asistir a una causa de beatificación. La de John, como todos coincidían en llamarle, desdeñando el apellido como sucede con los santos.
Exagero, claro. Frente a quienes dicen que los españoles no leemos y en vez de hablar de libros nos conformamos con la anécdota, basta ir a ver el documental “Four Seasons in Quincy” de la actriz británica Tilda Swinton. para comprobar que con Berger a los ingleses también les pasa. Lo proyectan en el Bellas Artes como parte del homenaje. Más allá de su indudable calidad, Tilda aprovecha para “chupar cámara”, encantada de haberse conocido y retratarse en compañía de John y no de sus libros. Una licencia que estoy seguro él sabría perdonar, consciente de lo aburrido de sumergirse en prosaicas lecturas teniendo a mano a un autor que además de escribir muy bien supo ser un maestro en el arte de la seducción, icono de lo cool y lo comprometido.
El acto se cerró con la potente voz de Berger leyéndonos poemas en una de sus últimas grabaciones; y además con una grata sorpresa, que al menos yo ignoraba. En su intervención de cierre, Isabel Coixet nos descubrió que fue el autor de los guiones de dos películas maravillosas que marcaron mi educación sentimental: “La Salamandra” y “Jonás que tendrá 25 años en el 2000”, dirigidas por Alain Tanner . ¡Cómo para poner el foco en sus novelas!. Te queremos, John… pero tendrás que disculpar que nos queramos más a nosotros mismos.
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