
Mi traducción de Le Bateau Ivre de Rimbaud ( Una primera pista de en lo que ando desde que vivo en Barcelona)
El barco borracho
Rimbaud (1871)
Descendía por ríos mansos
sin tiradores que me remolcaran, pieles rojas
gritones los habían tomado por blanco
clavándolos desnudos en postes de colores.
No me importaba el cargamento,
si era trigo flamenco o algodón inglés,
cuando mis tiradores agonizaron todos
los ríos me permitieron navegar a mi aire.
En el chapotear furioso de mareas,
tras un invierno sordo como el cerebro de un bebé,
¡al fin pude correr! Y las penínsulas, tras soltar amarras,
no habían causado nunca un caos más triunfante.
La tempestad bendijo mis desvelos marinos,
más ligero que un corcho bailé sobre las olas
que arrastran a sus víctimas hacia la eternidad
¡Diez días sin la añoranza de atisbar ningún faro!
Más dulce que a los niños las ácidas manzanas
penetró el agua verde en mi casco de abeto
y las manchas de vino y hasta las vomitonas
las lavó dispersando el ancla y el timón.
Y después me bañé en el poema del mar,
infundida de estrellas la lechosa Vía Láctea,
comiéndose el azul, donde tras flotar triste, feliz
y pensativo, un ahogado se hunde;
¡donde se tiñe todo de un azul delirante
entre los ritmos lentos rutilantes del día
más fuertes que el alcohol, mucho más inspirados
fermentando el sonrojo amargo del amor!
¡He sabido de cielos que estallaban en rayos, de trombas,
de resacas, de temibles corrientes; y supe de la noche
y al alba me exaltó igual que a las palomas,
y hasta a veces he visto lo que el hombre ansía ver!
¡Yo he visto el sol ponerse manchado de horror místico,
iluminando largos filamentos violetas
semejantes a actores de dramas muy antiguos,
las olas volar lejos con rumor de ropajes!
¡He soñado la noche verde de nieves deslumbrantes
besos subiendo lentos a los ojos del mar
como savia inaudita, el azul y amarillo
del fósforo que canta en cada despertar!
¡Seguí meses enteros como un ganado histérico
las olas que rompían contra los arrecifes,
sin soñar que el camino que marcan las Marías
domesticase nunca al asmático océano!
¡He embestido, sabedlo, increíbles Floridas
donde se mezclan flores con ojos de pantera
y con pieles humanas! ¡Arco iris tendidos
sobre verdes rebaños en la línea del mar!
¡He visto fermentar gigantescos pantanos, trampas
en cuyos juncos se pudre un Leviatán!
¡Aguas que se desbordan en medio de bonanzas
y caen cual cataratas en lejanos abismos!
¡Glaciares, soles, olas y tizones de cielos!
¡Odiosos naufragios en los golfos oscuros
donde grandes serpientes devoradas por bichos
cuelgan de árboles muertos con sus negros perfumes!
Tanto me habría gustado enseñar a los niños
esos peces de oro que cantan en las olas.
– Florecidas espumas que mecieron mis fugas,
los inefables vientos que me dieron sus alas-
Mártir cansado a veces de tantas latitudes,
el mar cuyos sollozos mis balanceos endulzan
lanzó hacia mi flores de sombra, amarillos vacíos
mientras yo me quedaba, cual mujer de rodillas…
¡Isla ya, mi borda rebosaba de peleas
y excrementos de pájaros ruidosos de ojos rubios
y bogaba sin rumbo mientras por el cordaje
descendían los ahogados a dormir, reculando!
Y yo, barco perdido sobre la cabellera de las algas
arrojado por el huracán contra un éter sin pájaros,
yo, de quien ni el salvamento marítimo del Hansa
habría querido rescatar mi casco ebrio de agua;
libre, humeante, coronado de brumas violetas,
Yo, que agujereaba el cielo rojizo como un muro
transportando confitura exquisita para buenos poetas,
líquenes de sol y flemas azuladas;
Yo que corría, manchado de medias lunas eléctricas,
tabla loca, escoltado por hipocampos negros
cuando julio arrojaba con un buen bastonazo
los cielos de ultramar por ardientes embudos;
¡Yo que temblaba solo de sentir a lo lejos
el celo de los monstruos y los espesos Maelstroms,
eterno tejedor de inmóviles azules,
como añoro mi Europa de viejos parapetos!
¡He visto archipiélagos siderales! Islas
donde los cielos más increíbles se abren al navegante;
– ¿Es en esas noches sin fondo que duermes y te exilias,
millón de pájaros de oro, oh vigor del futuro?-
¡De verdad, ya lloré demasiado! Las albas son desoladoras.
Toda luna es atroz y todo sol amargo:
El acre amor me ha hinchado de torpes embriagueces.
¡Oh! que mi quilla estalle! ¡Oh, que me hunda en el mar!
Si extraño aguas de Europa, sería ese charco negro
y frío, donde, en el crepúsculo embalsamado
un niño lleno de tristeza suelta
un barco frágil como mariposa de mayo.
No puedo más, bañado de vuestras languideces, oh olas,
seguir ya más la estela de los transportes de algodón,
ni intercambiar con ellos banderas que flamean,
ni volver a surcar bajo los feos pontones.
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