Primera edición, Almuzara, 2016
Edición digital, 2023

Una novela en busca del «alma» china.

«A fuerza de escuchar a mis compañeros (escribe el protagonista de Un jardín en Shanghái refiriéndose a los jóvenes chinos con quienes trabaja en la Expo) me ha dado por pensar que lograr entenderlos puede ser decisivo para entender a China y también el nuevo orden internacional en el que todos estamos comenzando a vivir. China, al mismo tiempo último país comunista y el capitalista más exitoso. China, fábrica y motor económico del mundo. China, la civilización más antigua. China, la civilización del futuro. China, libertad para qué. China el país más incomprendido»

Todo lo que se apuntaba en 2010, tras los Juegos Olímpicos y en medio de la gran Expo Universal en la que trabajé ( en mi caso en el pabellón español, mientras mi personaje lo hace para la administración china) es aún más acuciante hoy, cuando China no es ya la segunda potencia mundial sino que rivaliza con la primera. Los chinos, tras aquellas primeras experiencias de apertura al mundo y millones de estudiantes formados en el extranjero, conocen mucho mejor Occidente de lo que nosotros los conocemos.  Entender  China, la China a la que ya venía viajando desde 1996 como guionista de documentales, es el objetivo de este libro, con sus casi seiscientas páginas, el más voluminoso que he escrito.

Hasta aquí el lado «Crónica» de un Jardín en Shanghái, porque  sobre todo es una novela. Los personajes, todos imaginarios, que dan nombre a los seis capítulos,  imponen desde el principio su personalidad y sus tramas como lo hacen los de La novela de los Tres Reinos o El Sueño del Pabellón Rojo, los dos grandes clásicos chinos que la sobrevuelan. Novelas-crónica de unos tiempos en que no había peligro de ser consideradas inclasificables, de cara a en qué sección ponerlas de las librerías. ¿Es este un libro de viajes o una novela? Un riesgo que asumí, porque es exactamente cómo quería escribirlo, igual que decidí que la trama debía transcurrir íntegramente en Shanghái y todos los personajes, excepto el narrador, debían ser chinos.

China es el gran personaje de este libro; y con ella, Confucio, Lao Tsé, Mao y la Revolución Cultural, Jiang Zeming, Hu Jintao y su “sociedad armoniosa”, el politburó donde ya apuntaba entre purgas Xi Jinping, los cosmopolitas «príncipes rojos», el implacable Guoanbu  y su persecución de Falun Gong…  Todo ello en medio de rascacielos y sky lines futuristas, fábricas donde se concentra la producción del mundo, cangrejos peludos y otras extravagancias gastronómicas, jardines taoístas y peleas de grillos, luchas por el poder entre los dirigentes del partido y las todavía más encarnizadas entre sus esposas y amantes. Una trama en la que se entremezclan realidad y ficción componiendo un retrato de la sociedad china con sus luces y sombras, pero también plagado, eso espero, de divertidos equívocos.

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